El pasado 8 de marzo, vimos de nuevo las calles tomadas por miles de mujeres. Tras la pandemia, hemos recuperado la movilización masiva de manera histórica, para demostrar nuestra rabia contra un sistema machista, capitalista y patriarcal que no tiene nada que ofrecernos más que violencia sin fin.

Después de un 2023 al pie del cañón lleno de lucha social y activismo en las calles, este 2024 empieza con una violencia desmedida hacia la comunidad trans, en tan solo 15 días 5 mujeres trans han sido asesinadas, siendo la última de ellas la activista trans Samantha Gomes Fonseca, quien fue asesinada con un arma de fuego en un ataque premeditado en la alcaldía Xochimilco, justo después de una visita al reclusorio sur, un ataque violento y lleno de odio, seguramente financiado por alguien más poderoso ya que la activista había denunciado que había recibido amenazas debido a sus diversas actividades que realizaba dentro de los reclusorios capitalinos.

Durante la jornada de lucha del 8M, día de la mujer trabajadora, mujeres e infancias que protestaban en contra de la violencia machista, la precariedad laboral y el genocidio en Gaza, fueron detenidas y/o brutalmente reprimidas por las fuerzas coercitivas del Estado en varias partes del territorio.

El movimiento feminista se ha convertido en el principal crítico y combatiente contra el Poder Judicial. Haber llegado en México a la cifra de 11 feminicidios en promedio diario, sólo es posible con la complicidad y el aliento que el poder judicial da a los criminales.