Carmen Morales Caminiti · Libres y Combativas – Izquierda Revolucionaria Madrid

¡Basta de hacer negocio con nuestros cuerpos y nuestra salud!

La constante presión que sufrimos las mujeres y jóvenes por cumplir con unos cánones sociales y de belleza totalmente inalcanzables, tiene un reflejo demoledor en nuestra salud psicológica. En las últimas décadas, y sobre todo desde la pandemia del coronavirus, las enfermedades mentales y psicológicas han aumentado exponencialmente, en especial los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

En el estado español, cada año 141 jóvenes de entre 16 y 20 años por cada 100.000 habitantes –de estas 141, 115 son mujeres con pocos recursos– sufren estas enfermedades. En total, según la Fundación Fita, se calcula que las padecen cerca de 400.000 personas, con una presencia muy destacada de adolescentes, que se sitúa en torno a las 300.000. Un 90% de las afectadas son mujeres y los primeros síntomas cada vez se presentan en edades más tempranas (11 años). Con la crisis de la Covid-19, las consultas sobre trastornos alimentarios han aumentado un 30%.

La publicidad machista alimenta traumas y enfermedades

Las grandes víctimas de los TCA somos las mujeres. Esta realidad es la consecuencia de las presiones del propio sistema y los negocios de las grandes empresas de cosmética, de la moda y también de cirugía estética que nos acribillan con anuncios sobre cómo tenemos que ser. Tenemos que estar delgadas, nuestro cabello brillante, nuestra piel sin imperfecciones y sin un solo pelo en nuestro cuerpo. Mensajes que nos bombardean día sí día también los medios de comunicación para alcanzar unos estándares de belleza surrealistas, inalcanzables y muy peligrosos para nuestra salud.

Además, cada vez es más frecuente la publicidad en las redes sociales de páginas web pro-anorexia y pro-bulimia que incitan a seguir unos “trucos” para alcanzar el “peso ideal”. Un peso que nunca es ideal y que para muchas de nosotras significa lanzarnos a las garras de las autolesiones y la autodestrucción física y mental. En Instagram hay más de 4,5 millones de fotos colgadas con la etiqueta “anorexia”. Por no hablar de los “retos” que fomentan los TCA; unos challenges escalofriantes que cada vez encuentran un eco mayor entre muchas jóvenes: subir fotos mostrando que tu cintura sea más estrecha que una hoja DIN A4 o que las dos rodillas juntas sean más estrechas que un iPhone 6, son tan sólo algunos ejemplos.

Aunque en el Estado español se ha denunciado en varias ocasiones la publicidad y estas páginas web que aparecen en las redes sociales, se mira hacia otro lado y no se persigue a los responsables. ¿Por qué? Porque, bajo el sistema capitalista, los TCA son un fabuloso negocio para un puñado de empresas.

Suculentos negocios a costa de nuestra salud física y mental

Las multinacionales del textil, la cosmética o la dietética se benefician, y mucho, de promover los TCA. Un ejemplo claro es el de Herbalife. Esta empresa de “nutrición” amasa millones de euros a partir del fraude de vender “productos que sustituyen comidas”, que no son más que veneno para la salud de aquellas que desesperadamente buscan tener lo que la sociedad acepta como un cuerpo normativo y lo que aplaude como un éxito. Durante el primer trimestre del año pasado, Herbalife aumento sus ventas un 32%, en comparación con el 11% del año anterior, y cerró a nivel mundial con un crecimiento del 7,7% y ventas de 1.300 millones de dólares.

Otro de los grandes negocios es de la industria de la cirugía estética y la cosmética. En 2015, en el Estado español, un 27,3% de las operaciones estéticas entre las menores de 35 años era el aumento de pecho y un 20,6% la liposucción. Comparados estos datos los de 2019, la operación de aumento de pecho ha crecido un 6,1% y las liposucciones y abdominoplastias un 9%. Las operaciones para modificar nuestro cuerpo siguen aumentando y eso tiene un reflejo en los bolsillos de los magnates de estas industrias: su valor de mercado se ha multiplicado de 6,99 millones de euros en 2014 a 12,58 millones en 2020.

Una emergencia sanitaria inaplazable

En muchos casos, las víctimas de los TCA ven el suicidio como una salida para terminar con tanta presión y sufrimiento. Las personas con anorexia nerviosa (AN) tienen un 18,1 % más de probabilidades de suicidarse que el resto de la población. El 90% de las personas que se suicidan son por trastornos psiquiátricos y la AN es uno de los que tiene más riesgo, junto al trastorno depresivo mayor (TDM). El 30-90% de personas que se suicidan tienen TDM y el 50-70% de personas con AN tienen TDM.

Frente a estas dramáticas cifras, la sanidad pública es incapaz de tratar correctamente a las pacientes. La mayoría de los casos de TCA que pasan por la Atención Primaria no se diagnostican por falta de plazas y camas en la planta de psiquiatría de los hospitales. Solo hay cerca de ocho centros públicos en la Comunidad de Madrid encargados de los tratamientos de los TCA, el resto de los centros son privados. En la gran mayoría de casos, para poder obtener un tratamiento completo y poder curarse, la única solución que tienen muchas pacientes es ir a la privada. Esto, en la práctica, aísla a las personas sin recursos económicos de los programas de salud y de recuperación.

Por una sanidad pública con recursos y programas de prevención de calidad

Desde Libres y Combativas sabemos que una de las medidas para garantizar a las personas con TCA un tratamiento y recuperación dignos, es reforzar de forma urgente la sanidad pública. Necesitamos un plan de choque que invierta millones de euros en el sistema sanitario público, y así tener los recursos económicos para poder contratar a todo el personal sanitario necesario (psicólogos, enfermeros, nutricionistas, psiquiatras) y aumentar las plantillas del equipo multidisciplinar de los trastornos psicológicos y de los TCA.

Otro de los aspectos clave son los planes de prevención para detectar y tratar con tiempo todas las enfermedades y tratar con tiempo todos los trastornos psicológicos, tanto en la Atención Primaria como en los centros educativos. ¡Necesitamos a profesionales de la salud mental también en todos los institutos y escuelas!

Todas estas medidas son totalmente posibles. Nos dicen que no hay dinero, pero es mentira. Las enfermedades mentales se han convertido en otra pandemia. Para luchar contra ella, hay que poner todos los recursos existentes al servicio de la mayoría de la población. ¡Que se nacionalice la sanidad privada y se destinen todos esos recursos a la lucha contra los TCA y en proteger la salud –física y mental– de la sociedad!

El capitalismo, un sistema depredador y patriarcal, convierte nuestros cuerpos en objetos, nos condena a la violencia machista, nos impone cánones de belleza que nos empujan a la enfermedad y a la muerte. Tenemos que organizarnos para tumbar este sistema y construir una sociedad distinta donde podamos ser quienes somos, cómo somos y vivir en total libertad.

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