Otra actuación vergonzosa de la justicia patriarcal

Ayer tuvo lugar el juicio contra el guardia de seguridad de la empresa Davos. Teresa Prados, madre de una de las víctimas de las violaciones en Badalona, le denunció tras su comportamiento machista e intimidatorio el día que la compañera estaba repartiendo una hoja informativa en la puerta del Centro Comercial durante la campaña “No Esteu Soles”.

Un juicio sentenciado desde antes de celebrarse

La primera “sorpresa” que nos encontramos fue que, el mismo juez que debía dictar sentencia horas más tarde, se presentó en la rueda de prensa que habíamos convocado en las puertas del juzgado el Comité de Mares Contra la Violència Sexual i Lliures i Combatives. ¿Su intención? Desalojarnos de allí, como él mismo manifestó.

La rueda de prensa perseguía un único objetivo: denunciar que, un año después de la denuncia pública de las agresiones sexuales en los lavabos del Màgic, la causa ha sido archivada. No ha habido juicio contra los agresores. Nada de nada. Más abandono, más desamparo para las víctimas.

El juez, cuando vio que la mesa de la rueda de prensa ya estaba montada, los periodistas preparados y numerosas organizaciones sociales de Badalona dando su apoyo, decidió quedarse a “escuchar”. Es decir, a vigilar el desarrollo de las declaraciones de Teresa junto a los Mossos d’Esquadra y a advertir en tono autoritario y condescendiente “que iba a dar la orden de que os desalojasen, pero os voy a dejar, media hora como máximo”.

La misma actitud vigilante e intimidatoria que mantuvo durante la vista.

Ninguna confianza en la justicia podrida

Durante todo el juicio el juez mantuvo un tono provocador hacia la denunciante, interrumpiendo a nuestra compañera constantemente y haciendo valoraciones sobre sus denuncias. Una de las interrupciones más escandalosas se produjo cuando Teresa denunció lo que sucedió con el guardia de seguridad como una agresión a sus derechos democráticos y contra su dignidad como madre, porque se estaba riendo de las víctimas y su dolor. El juez la cortó, afirmó en tono tajante que nada de eso era agresión, y siguió tan pancho.

Para sorpresa de nadie, la actitud que mantuvo hacia el denunciado fue muy distinta. Empático y alabando su “actitud pacífica” a pesar de sus falsas argumentaciones. Incluso, cuando el segurata estaba patinando y dejaba demasiado al descubierto su machismo, el juez decidió reconducir la declaración, advirtiéndole en tono comprensivo que no siguiese por esa línea porque no era lo que se estaba juzgando.

El colmo fue cuando antes de emitir sentencia absolutoria para el guardia de seguridad, el juez decidió dar una lección a la denunciante: aclarándole (¡como si fuéramos tontas!) que para considerar que hubiera sufrido alguna amenaza o agresión verbal, debería haber sido amenazada de muerte o de agresión física. Incluso se atrevió a afirmar en tono irónico que no entendía cómo pudo sentir miedo si había 15 personas por la calle. ¡Qué vergüenza!

Jueces aliados del patriarcado

Lo que quedó claro ayer (una vez más) es que la judicatura machista sirve los intereses de nuestros maltratadores y agresores. Que si no nos matan, no nos creen. Que si no se nos amenaza con darnos una paliza, no hay problema. Que los jueces, con sus actuaciones y sentencias, patrocinan y promueven la violencia machista.

Desde Lliures i Combatives lo tenemos muy claro: nos enfrentaremos las veces que haga falta a la judicatura podrida, a los machistas, y no dejaremos de luchar porque se haya archivado ningún caso. No confiamos esta justicia patriarcal, confiamos en la fuerza de las mujeres trabajadoras y jóvenes cuando nos organizamos.

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