Irlanda cuenta con una de las legislaciones más reaccionarias de toda Europa en relación al derecho al aborto. El artículo 8 de su constitución recoge la prohibición de la interrupción del embarazo incluso en los casos de violación, incesto y anomalía fetal. Sólo desde 2013 una nueva regulación permite la interrupción del embarazo cuando la vida de la madre corre peligro. La pena que amenaza a una mujer que aborte en Irlanda es de 14 años de prisión. Por ello, casi 4.000 mujeres (según datos oficiales) viajan a Gran Bretaña cada año buscando un aborto seguro. Quienes no tienen recursos para viajar recurren, en muchas ocasiones, a las píldoras abortivas que adquieren por internet sin ningún tipo de seguimiento médico y poniendo en riesgo su salud.

 Masivas movilizaciones por los derechos reproductivos

Este 30 de septiembre tuvo lugar una multitudinaria marcha, la sexta, por los derechos reproductivos de las mujeres. En Dublín salieron a las calles más de 30.000 personas, pero hubo más de 20 manifestaciones por todo el país exigiendo la derogación del artículo 8.

El Gobierno, conservador y católico, se ha visto sometido a una enorme presión social en los últimos años teniendo que aceptar la celebración de un referéndum. Su intención no es legalizar el derecho al aborto libre y gratuito, sino ampliar los supuestos en que es legal abortar. Pero tal y como sucedió en Polonia hace un año, el movimiento no está dispuesto a aceptar medidas a medias, sino que quiere que el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo sea una realidad que se garantice en la sanidad pública y con los medios materiales que lo hagan posible.

Ante esto, el Gobierno intentó una maniobra para tratar de rebajar las reivindicaciones del referéndum: crearon una llamada Asamblea Ciudadana con 99 miembros elegidos al azar para elaborar una especie de “muestra” sobre cuál era el sentir general a propósito de esta cuestión.

Pero le salió el tiro por la culata: las conclusiones de la Asamblea Ciudadana mostraron no sólo un apoyo mayoritario a la derogación del artículo 8 sino también el apoyo generalizado a medidas que hagan efectivo de verdad el derecho a decidir de las mujeres y especialmente a las mujeres de familias trabajadoras, las que sufren de una forma más brutal esta prohibición reaccionaria.

Los resultados fueron:

64% a favor del aborto temprano por elección de la madre.
78% a favor al aborto por razones de salud.
72% a favor del aborto por razones socioeconómicas.
El Gobierno se ha visto obligado a convocar el referéndum para el verano de 2018.

La Iglesia católica pierde influencia

El mayor enemigo de los derechos de la mujer en general y de los abortivos en particular es la Iglesia católica, que en Irlanda ha gozado de una situación de grandísimo privilegio. Sin embargo, la Iglesia vive sus momentos más bajos debido a los numerosos casos de pedofilia y abusos de menores que han salido a la luz en los últimos años. El Informe Ryan —desarrollado por la Comisión Investigadora de Abusos a Menores— denunció que, de 1930 al año 2000, 30.000 niños sufrieron malos tratos, violaciones, humillaciones físicas y psicológicas en más de 250 colegios, orfanatos, casas de acogida, etc., administrados por la Iglesia católica.

La población que no se identifica con el catolicismo creció un 40% de 2006 a 2011, mostrando el rechazo existente a la hipocresía e ideas reaccionarias de esta institución. Así, en 2015 el movimiento en defensa de los derechos LGTBI+ vencía por primera vez a la Iglesia, imponiendo la legalización del matrimonio homosexual con un 62% de los votos en un referéndum que contó con una participación histórica del 60%.

Organizadas para vencer

Ahora le toca el turno a la legalización del aborto. El movimiento por los derechos reproductivos en Irlanda ha demostrado que organizadas y luchando somos mucho más fuertes que la jerarquía eclesiástica, la derecha y cualquier gobierno conservador.

Las compañeras del grupo feminista y socialista ROSA, que están jugando un papel muy destacado en esta batalla, señalan: “¿Vamos a esperar y a confiar en los partidos del establishment cuando todo indica que sólo permitirán el aborto en circunstancias muy limitadas, o lanzaremos un movimiento activo que obligue al parlamento a realizar un referéndum y una legislación por el derecho de la mujer a elegir?”.

Desde Libres y Combativas damos todo nuestro apoyo a esta lucha y al planteamiento de las compañeras de ROSA y de todas aquellas que como ellas defienden no esperar la tutela de los partidos que sostienen el sistema, sino continuar, extender y organizar la lucha para imponer nuestros derechos.

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